Con el pasar de los años, hasta las playas que me parecían más desoladas ya habían comenzados hacer concurridas, lo curioso del caso no era la concurrencia de las personas, sino el estado en que quedaban después de que se retiraban. La poca conciencia ecológica o la poca preocupación por cuidar su medio ambiente me hacía pensar seriamente en tomar otros rumbos.
Fue así como empecé a incursionar al principio en las montañas patagónicas, luego descubrí la inmensidad de nuestra cordillera y así decidí empezar a conocerlas por los lugares menos frecuentes, incluso por las personas que allí vivían.
Conoci "El valle de los ensueños" (Maitén), Puerto Patriada (El Hoyo) y una series de montañas tan altas como el Pilkititron (Bolson) y muchisimos lugares más donde no va el turismo de temporada, lugares donde solamente con ganas, audacia y un buen entrenamiento se puede llegar.